Antecedentes


En 1976, el Ayuntamiento de Tlaquepaque trató de instaurar en el marco de la “Feria de Junio” un premio para la cerámica municipal. Bajo el mote de “Feria de Alfarería y Artesanías” –durante la administración de Javier Valdivia Hernández–, se llevó a cabo exitosamente en el Jardín Hidalgo, reducida a la exhibición y venta de artesanías. Fue hasta el año siguiente que se estableció y quedaron encargados de los lineamientos para el certamen Melquíades Preciado Partida y Juan Aldana Martínez.

De tal forma, el 29 de junio de 1977, en el Museo Regional de la Cerámica de Tlaquepaque, se efectuó el primer Premio Nacional de la Cerámica con dos categorías: “barro tradicional” y “cerámica contemporánea”. Para el primer lugar se otorgaron 15 mil pesos; el segundo, diez mil; tercero, cinco mil; cuarto, dos mil; y mil pesos para el quinto lugar, todos con diploma. Además se dio un premio especial de 15 mil pesos y diploma al artesano Ángel Carranza Cortés. Los premios de cerámica tradicional fueron los mismos que para el barro. Apoyaron en este evento al Comité Organizador de las Fiestas de Junio: el Departamento de Turismo de Jalisco, el Instituto de la Artesanía Jalisciense y del H. Ayuntamiento de Tlaquepaque a través de su Dirección de Turismo.

En el primer certamen participaron 276 piezas, la mayoría fueron de Tlaquepaque y Tonalá, y algunas otras de los estados vecinos de Michoacán y de Aguascalientes; el primer lugar en “barro tradicional” fue para Salvador Vázquez Carmona, y en la categoría “contemporánea”, para Antonio Ortiz Puente.

Quedó establecido que las piezas premiadas quedaran resguardadas en el Museo Regional de la Cerámica del Instituto de la Artesanía Jalisciense del Gobierno del Estado, pero en la actualidad en el recinto se encuentran solamente las obras correspondientes a los años de 1977 a 1984 (excepto el Galardón Presidencial). Algunas están en sala y otras almacenadas debido a su deterioro.

Es a partir de la primera edición del Premio Nacional de la Cerámica en 1977 cuando participó activamente la empresa Ferro Mexicana, establecida en Tlaquepaque, Jalisco, y cuyo representante era el señor Lamberto Ríos Gómez, quien fue uno de sus principales promotores. El empresario llevó la convocatoria del certamen a distintos estados del país como Hidalgo, Estado de México, Guanajuato, Puebla, Morelos, Oaxaca, Michoacán, Nuevo León y Distrito Federal. La labor de Lamberto Ríos se prolongó por siete años, siendo un importante colaborador del encargado del premio, el señor Francisco Padilla. De las 33 ediciones del premio, esta empresa ha colaborado en 25, otorgando el monto para el primer lugar en la categoría de cerámica contemporánea.

El Premio Nacional de la Cerámica, a lo largo de sus 43 ediciones de vida, se ha ido reestructurando para lograr una mejor difusión, selección, remuneración y alcance. En los años de 1977 y 1978, la convocatoria fue la misma, incluyó sólo dos categorías: “tradicional” y “contemporánea”, cada una con cinco primeros lugares; además se incluyó un “premio especial” a Ángel Carranza, ya que su obra no entraba en ninguna de las categorías preestablecidas, pero el jurado la consideró única por su ejecución y la importancia del autor. Los parámetros para calificar las obras presentadas fueron: ejecución y acabado, diseño y originalidad, y calidad de los materiales. Participaron en cada una de las ediciones: Jalisco, Aguascalientes, Estado de México y Michoacán, con poco más de 200 piezas. En la edición de 1978, el “premio especial” fue para Guadalupe Panduro, de San Pedro Tlaquepaque; y los primeros lugares fueron para dos jaliscienses: en la rama tradicional se le otorgó a Antonio Mateos Nuño, de Tonalá, y en la rama contemporánea a Carlos Villanueva, de Tlaquepaque.

En 1979 la convocatoria continuó con las dos categorías mencionadas, con cinco primeros lugares; y lo mismo sucedió en los años 1980 a 1982. Pero en 1979 hubo un cambio importante: se constituyó el Galardón Presidencial y el ganador fue Ángel Carranza con la obra Batalla del Puente de Calderón. Un nuevo agregado se dio en 1981, al instituirse el premio “Ángel Carranza” como homenaje a este destacado alfarero cuya especialidad fue la miniatura.

En el periódico El Informador se publicó una nota el 30 de junio de 1981, en la que se señala que este certamen poco a poco se iba perfilando como uno de los más trascendentes del país, tanto por su organización como por obra participante y entidades federativas representadas: “Para esta quinta edición del Premio Nacional de la Cerámica, creado por el Ayuntamiento de Tlaquepaque y constituido a la fecha en el más importante del país a nivel nacional, tomaron parte 283 piezas”.

A partir de 1983 se anexaron dos ramas más, quedando de la siguiente manera: “tradicional”, “contemporánea”, “figurilla” y “escultura”; estos dos últimos como premios únicos; el primero fue otorgado por el Comité Organizador de las Fiestas de Tlaquepaque a Demetrio Estuvier, y el segundo por el Departamento de Bellas Artes a Gloria González, ambos de Tlaquepaque. Y por primera vez se dieron 13 premios especiales con un estímulo económico de cinco mil pesos a cada uno. La presea “Ángel Carranza” fue por primera vez entregada a una mujer, oriunda de esta ciudad sede.

En 1984 se entregaron dos premios “Ángel Carranza” a alfareros de los estados de Puebla y Chiapas, así como 15 “premios especiales” en las categorías de “figurilla”. Para 1985 se presentaron nuevos cambios al agregarse tres categorías a las ya existentes como premios únicos: “miniatura”, “vidriado” y “bruñido”; en la primera fue otorgado a Jesús Carranza, en la segunda a José Bernabe Campechano, y en la última a Antonio Mateos Nuño, estos dos últimos de Tonalá, Jalisco; Zenón Pajarito recibió una mención honorífica por la calidad de su obra. Cabe resaltar que en ese año se instituyó el galardón “Pantaleón Panduro”, como reconocimiento a la trayectoria nacional.

En tanto, en 1986, la categoría de “tradicional” fue concedida a cinco primeros lugares, no así para la “contemporánea”, que se modificó sólo a tres sitios. Por primera y única vez apareció la rama de “juguetería”; el primer sitio fue para María Concepción Barba, y el segundo para Gerardo Ortega López, ambos de Tonalá, Jalisco. En esa edición la única mención honorífica fue para José Gerardo Ortega López, oriundo de Tonalá, Jalisco.

Para la siguiente edición, en 1987, se continuó con las mismas categorías, excluyendo la de “juguetería”, y otorgando cinco primeros lugares para la “tradicional” y la “contemporánea”, sólo dos para las categorías de “bruñido”, “vidriado” y “escultura en arcilla”, y cuatro sitios para “miniatura”. Las menciones especiales también se hicieron presentes: en “bruñido”, Ángel Santos, de Tonalá, Jalisco; en “vidriado”, José María Alejos, de San José de Gracia, Michoacán; también se le otorgó a José Luis Lucano; y por último a Cesáreo Ramírez Bautista, de Tonalá, Jalisco.

Para el certamen número 11, llevado a cabo en 1988, se contó con una bolsa de poco más de cinco millones de pesos: al Galardón Presidencial se le asignó un millón, y al “Ángel Carranza” y al “Pantaleón Panduro”, 500 mil pesos cada uno. Es así que en su undécima edición ya era un premio reconocido y avalado por el gobierno en sus tres niveles. Además de contar con un mayor monto para las distintas categorías, otro triunfo del comité organizador fue que por primera vez las piezas que no fueron premiadas (poco más de 200), se pusieron a la venta en un bazar; y con esto se contribuyó a la comercialización de la cerámica nacional.

Para el año de 1988, el Premio Nacional de la Cerámica se convirtió en el certamen artesanal de mayor relevancia de México. Así lo demuestra el apoyo económico que se entregó ese año –tres millones de pesos– al ganador del Galardón Presidencial, y un millón al ganador del “Pantaleón Panduro”. Se contó con la participación de 290 obras representando nueve estados de la República: Nuevo León, Puebla, Estado de México, Jalisco, Tlaxcala, Distrito Federal, Michoacán, Guanajuato y Morelos; y se logró una mejor organización y participación de distintas instituciones. Gracias a las estrategias de promoción, se consiguió que fuera el evento más importante a nivel Latinoamérica en esta rama. También para el “Pantaleón Panduro” hubo mayor suscripción, fueron postulados artesanos de Jalisco, Campeche, Nuevo León, Michoacán, Estado de México, Puebla y Guanajuato.

En 1989 la premiación global aumentó a 30 millones de pesos, repartida en 6 categorías: “tradicional”, “contemporánea”, “miniatura”, “navideña”, “figura en arcilla” y “cerámica industrial”; las primeras cinco con igual número de premiados, y la última como premio único. Se tuvo la participación de 249 obras representando a seis entidades federativas, destacando Jalisco (Tlaquepaque y Tonalá). El entonces gobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri, aceptó entregar el Galardón “Pantaleón Panduro”, así como otras siete preseas.

Al iniciar la década de los 90, el certamen iba viento en popa gracias al trabajo arduo de los miembros del Patronato, y se postularon las mismas categorías que el año anterior. El Galardón Presidencial fue para el tonalteca Antonio Mateos Nuño, obteniendo un monto de 6 millones de pesos.

En la edición de 1991, el monto fue de 74 millones de pesos, repartidos en 29 premios; se registraron 212 piezas representando a 13 estados de la República, y Jalisco obtuvo la mayoría de las preseas.

De 1992 a 1996 las categorías establecidas en la convocatoria fueron las mismas: “tradicional”, “contemporánea”, “figura de arcilla”, “miniatura” y “navideña”. Sin embargo, pese a que en 1993 participaron 426 piezas de nueve estados, el Premio Nacional de la Cerámica afrontó una crisis económica por la que el Ayuntamiento de Tlaquepaque pretendió suspenderlo. Afortunadamente se dio un giro y el encargado, Camilo Ramírez Murguía, reestructuró algunos aspectos, entre ellos la difusión a través de los medios masivos de comunicación, una gira por la mayoría de las entidades federativas para difundirlo en los centros artesanales y se invitó a diversas instituciones a colaborar económicamente en cada una de las categorías. Además, por primera vez se le dio apoyo a los artesanos participantes con alimentación, transporte y hospedaje en el mismo Centro Cultural El Refugio, logrando la participación de nueve estados de la República Mexicana.

En el certamen XVIII realizado en 1994, se entregó un premio especial a la comunidad de Patamban, Michoacán, por haber presentado el mayor número de piezas: 176, correspondientes a 143 artesanos. Participaron en el concurso 18 estados, con un total de 789 obras, elaboradas por 390 artesanos. En ese año se reestructuró la conformación del jurado calificador, quedando integrado por especialistas (artesano, ceramista, crítico de arte, historiador del arte y comercializador de arte); y también los patrocinadores fueron empresas de mayor consolidación, por lo que el monto de los premios ascendió.

Como ya se había señalado anteriormente, en 1995 quedó formalmente instituido el Patronato del Premio Nacional de la Cerámica para fortalecer la estructura del concurso, impulsarlo y lograr una mayor participación. A partir de ese momento se tuvo una mayor presencia de instituciones que apoyaron de manera continua el certamen, y gracias a una mayor difusión, participaron más alfareros y ceramistas. Las piezas registradas a concurso fueron 725; 400 en “tradicional”, 125 en “contemporánea”, 80 en “miniatura”, 80 en “figuras en arcilla” y 40 en “navideñas”. De 27 localidades de 15 entidades de la federación, destacó la presencia de los artesanos de Metepec, Estado de México, con 55; seguido de Tonalá, Jalisco, con 48; Patamban con 35, Ocumichu con 34 y San José de Gracia, Michoacán, con 25; y Tlaquepaque, Jalisco con 24. La bolsa, a su vez, tuvo un monto de 84 millones de pesos (84 mil nuevos pesos), cifra superior a las anteriores ediciones, alcanzando 20 millones para el Galardón Presidencial.

La convocatoria de 1996 también fue exitosa, se registraron 417 obras entre las que destacó la de una joven de 24 años, quien obtuvo el Galardón Presidencial: Silvia Martínez Díaz, de una comunidad indígena de Oaxaca, y que además recibió 30 mil pesos y diploma.

Las ediciones de 1997 y 1998 convocaron al concurso en las cinco categorías establecidas desde 1989, con excepción de la rama industrial, que se suprimió definitivamente.

La categoría “vidriada sin plomo” se introdujo en 1999, año en el que también se premiaron las ramas “cerámica policromada” y “cerámica en relieve”; la primera de ellas sólo se repitió los dos años siguientes. En 2000 se concedieron tres menciones honoríficas: en “originalidad” a Eli Navarrete Ortiz, de Chihuahua; en “alta temperatura” a Francisco Basulto González, de Tonalá, Jalisco; en “miniatura” a Lourdes Moreno Flores, de Pachuca, Hidalgo.

En el concurso de 2001 destacó el reconocimiento a la “mejor pieza innovadora” a Alejandro Ramírez Mateos, de Tonalá, Jalisco, y la “obra más notable en alta temperatura” a Lorenza García Ortiz, del Estado de México.

En las ediciones 2001 y 2002, la convocatoria señaló seis categorías a concurso: “tradicional”, “contemporánea”, “navideña”, “vidriado sin plomo”, “miniatura” y “escultura en arcilla”. Y para 2003 hubo una más, la de “figura tradicional en arcilla”, ganada por Fernando Martínez y Jorge Leiseca con Mariachero (conjunto de 13 figuras de músicos de mariachi moderno, y junto a ellos una pareja de bailadores de jarabe tapatío), de Tlaquepaque, Jalisco.

En 2004 sucedió un hecho poco usual, ya que si en cada categoría las piezas seleccionadas iban de tres a cinco, por esta ocasión sólo fueron premios únicos. Esta situación se presentó por la insuficiencia de fondos del Patronato a repartir entre los tres lugares de cada clasificación. Y en 2005 se presentó otra cuestión poco común: en “cerámica tradicional” hubo tres segundos lugares y cuatro menciones honoríficas; en “escultura en cerámica” premio único y tres menciones honoríficas; “figura en arcilla” dos lugares y tres menciones honoríficas, y lo mismo en “cerámica contemporánea”; en “cerámica navideña” premio único y cuatro menciones honoríficas; y en “vidriada sin plomo” dos lugares y cinco menciones honoríficas.

En 2005 también se presentó un evento significativo, ya que se contó con el montaje de la exposición “Metamorfosis” sobre el arte popular colimense y los visitantes pudieron disfrutar y conocer objetos de uso tradicional del vecino estado de Colima. Por lo demás, hubo 22 menciones honoríficas en todas las categorías: “contemporánea”, “tradicional”, “miniatura”, “navideña”, “figura en arcilla”, “escultura en cerámica” y “vidriado sin plomo”.

Pero afortunadamente en 2006 la premiación retornó a su orden y además se agregaron tres nuevas categorías: “cerámica tradicional en diversas técnicas”, “cerámica de rescate” y “cerámica tradicional de Tlaquepaque”; las dos primeras con tres sitios premiados, y la última con un solo sitio otorgado a Pilar Núñez Hernández por su pieza de cuatro esculturillas semejante a las del afamado retratista Pantaleón Panduro, de quien ella desciende.

También en 2006 durante la ceremonia del Premio Nacional de la Cerámica, estuvieron presentes las autoridades locales y estatales, así como el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, para homenajear a los alfareros y ceramistas de México. Cabe destacar que el alcalde Miguel Castro Reynoso hizo hincapié en que se continuará con el apoyo a esta rama del arte popular.

También en esa XXX edición se contó con la participación de 18 entidades federativas, y se registraron 1,083 obras en las distintas técnicas tradicionales y modernas. De los 27 premios otorgados, ocho fueron para artesanos jaliscienses.

En el concurso efectuado en 2007, la afluencia de piezas registradas ascendió a 1,328, en las mismas siete categorías del año anterior. Con la participación de 21 entidades federativas, destacó Michoacán con 431 obras, seguido de Jalisco con 205, el Estado de México con 174 y Oaxaca con 130. Para esa misma edición, el jurado concedió menciones honoríficas en casi todas las categorías.

En el año 2008 las siete categorías quedaron con estas características: “cerámica tradicional”, técnicas antiguas o tradicionales de las distintas regiones del país, y en todas las modalidades; “cerámica vidriada libre de plomo”, todo tipo de piezas utilitarias; “cerámica contemporánea”, técnicas actuales y de diseño innovador, pueden tener elementos no cerámicos en un 15%; “escultura en cerámica”, modelado directo, de más de 20 centímetros de altura; “cerámica en miniatura”, figuras no mayores a 7 centímetros de altura, temática y técnica libre; no afecta la dimensión de la maqueta el largo o ancho; “cerámica navideña”, representaciones del nacimiento de Cristo, en el portal de Belén o escenas referentes, en técnicas tradicionales o contemporáneas; y “figura en arcilla”, obras hechas con mezclas de barro y arcillas con temática y bajo el concepto de la figura humana y animal. Se registraron 1,226 obras, representando a 22 estados del país.

En el certamen efectuado en 2009, el Patronato eliminó la categoría de “escultura” y se crearon dos más: “cerámica bruñida” y “cerámica pintada en frío”, ya que estas dos técnicas son las más desarrolladas actualmente y merecen un lugar aparte. Así, las categorías quedaron de la siguiente manera:

  • Cerámica vidriada libre de plomo: Todo tipo de piezas utilitarias y decorativas, terminadas con esmaltes
    libres de plomo (se aplicará una prueba en el momento de registrarla).
  • Cerámica tradicional: Piezas elaboradas con técnicas antiguas o tradicionales de cada región del país, en todas sus diferentes manifestaciones excepto las bruñidas y pintadas en frío.
  • Cerámica en miniatura: Figuras no mayores de 7 centímetros de altura con temática y técnica libre, la maqueta no afecta en su dimensión.
  • Cerámica navideña: Todas aquellas representaciones del nacimiento de Jesucristo, en técnicas tradicional o contemporánea, en baja o alta temperatura.
  • Figura en arcilla: Obra hecha con mezcla de barro y arcilla, con temática de figura humana o animal, con o sin esmalte.
  • Cerámica bruñida: Piezas con engobe y decoradas, terminadas con el bruñido o pulido tradicional.
  • Cerámica pintada en frío: Piezas de cualquier tipo, excepto utilitarias y decoradas después de la cocción.
  • Cerámica contemporánea: Obra ejecutada con técnicas actuales y de diseño innovador, con elementos no cerámicos máximo 15%; se dictaminará sobre la armonía de la pieza en su totalidad.
  • Menciones honoríficas: En cada una de las categorías el jurado determinará el número de piezas que reciban este reconocimiento, sin remuneración.

En el 2016 se contó con la presencia de 26 estados de la República Mexicana; participaron 1,010 Artesanos mismos que expusieron un total de  1,627 obras, en  10 categorías y 8,840 piezas.

Además, se hará  la entrega de 7 Premios Nacionales,  firmados por el Presidente de la República, motivo por el cual, cada uno de los ganadores nacionales serán reconocidos por tan importante aportación a la Cerámica en México.





En la 43 Edición se obtuvo el registro de obras participantes para artesanos locales 20 y 21 de junio y foráneos 22,23 y 24 de junio en donde participaron 853 artesanos registrando un total 1,370 obras conformadas por 6,231 piezas de 30 estados de la república.


Se brindaron talleres teóricos prácticos y conferencias a los artesanos participantes con la finalidad de complementar e innovar sus técnicas de elaboración El 28 de Junio a las 19 horas en el Patio San Pedro de San Pedro del Centro Cultural El Refugio, se llevó a cabo la Ceremonia de premiación de la 43 Edición del Premio Nacional de la Cerámica, haciendo entrega de los premios a los ganadores de cada categoría.


En esta 43 edición se integró la categoría “Premio Talento Infantil” que se otorga a artesanos creadores de entre siete y catorce años, originarios del estado de Jalisco. Los premios otorgados fueron:


1er. Lugar $8,000.00

2do. lugar $5,000.00

3er. lugar $3,000.00


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